- La temporada alta, que como su nombre bien nos sugiere, sería la perfecta, es desde el mes de julio a septiembre. Todos los lugares turísticos están abiertos pero esto también repercute a que haya muchísima más gente visitando la ciudad.
- Podríamos decir que la temporada media son los meses de mayo, abril y junio, y quizás con la que nos quedaríamos. Aunque los horarios son más reducidos, hay menos gente y los precios de los vuelos y el alojamiento son más baratos. Igualmente Cracovia no es un lugar caro.
- La temporada baja, en la que como no, nosotros fuimos, sería de octubre a marzo, que absolutamente no la recomendamos por el tremendo frio que pasamos. Pero independientemente de ello nos encantó.
El que hiciera tanto frío tuvo su parte buena y mala. Empecemos por la mala. No exageramos, el frío era insoportable, llevábamos camisetas térmicas y no era suficiente, Jose incluso llego a ponerse uno de mis leotardos para poder aguantarlo (debajo de sus pantalones claro), tuvimos que resguardarnos más de una vez en tiendas de souvenirs o bares para recobrar el sentido de unas cuantas partes del cuerpo.
Pero, por otro lado, el frío trae consigo ¡LA NIEVE! Disfrutamos de un paisaje espectacular, ver Cracovia completamente nevada es increíble y también pudimos vivir en nuestras propias carnes la tradición polaca tan sonada del vodka y que nos trajo alguna que otra anécdota graciosa. Entendemos a los polacos perfectamente, sino no hay forma de aguantar esas temperaturas. Otra de las cosas buenas del frío y la nieve, es que el vuelo de vuelta y ganamos ¡DOS DÍAS MÁS DE VACACIONES! (No los incluimos en la ruta porque los dedicamos a descansar y comer, comer y comer. La comida polaca nos gusto mucho y además esos dos días Ryanair lo pagaba todo, incluso el alojamiento. Sí, hemos dicho Ryanair, parece increíble, pero esta aerolínea a veces se porta.